oldgreen
Usuario VIP
No sé, mira, se me ha ocurrido abrir este tema, medio en serio, medio en broma.
Amparado en el anonimato que supone participar en un foro en el que, si me conociérais en persona, jamás creeríais que soy yo el que os cuenta estas cosas, empiezo confesando que cuando era niño quería ser director de orquesta. Sin embargo, y a pesar de que me he iniciado en otros quehaceres y he probado a ser un genio en alguna disciplina, una vez desengañado de todo, y a mi caduca edad (ya estoy exagerando un poco), me doy cuenta de que en realidad lo que siempre he querido ser en la vida es un mujeriego.
Pero sea como fuere, no he tenido demasiado éxito con las mujeres, y hace cosa de año y medio, tras abominar del mundo lumeril, he acabado por apasionarme por esta vía para conocer mujeres, a cual de ellas más bella. Pero llegó un momento, no hace mucho tiempo, que me entró canguelo, ya que las ETS siempre me han dado pánico. Tras conocer cierto número de señoritas, y hacerles el correspondiente repaso, decidí hacerme las pruebas, tras los 3 meses de "ventana" para lo del VIH, dando resultado negativo.
Ha pasado tiempo desde mi último polvo, y ahora vivo tranquilo, sin pensamientos catastrofistas, y doy gracias a la providencia por permitirme sentirme sano de nuevo y poder vivir la vida con plenitud. Sin embargo, es el caso que no soy feliz. Y ya lo dice mi psiquiatra, que contrariar el natural deseo de algo contribuye no sólo a no sentirse dichoso, sino a entrar en continuas depresiones, precisamente por no dar rienda suelta al deseo, y que por tanto, si tengo ganas de conocer a una linda señorita y hacer cositas con ella... "¡¡¡pues te vas, joder, y te la tiras¡¡¡". El caso es que mi urólogo me aconseja que folle para evitar la temida prostatitis, y que es bueno para la salud follar y todo eso.
De modo tal que dos de mis médicos me aconsejan, e inlcuso se podría decir que me prescriben, follar para evitar males mayores, tanto desde el punto de vista psíquico como físico. Y es el dilema en el que me encuentro: o una vida sosa sin catar lo catable, o un atracón con consecuencias desagradables.
Si alguien quiere comentar el asunto, será bien recibido, aunque quizás la respuesta esté en que al final, todos acabamos en el mismo sitio, como decía mi oftalmólogo.
Amparado en el anonimato que supone participar en un foro en el que, si me conociérais en persona, jamás creeríais que soy yo el que os cuenta estas cosas, empiezo confesando que cuando era niño quería ser director de orquesta. Sin embargo, y a pesar de que me he iniciado en otros quehaceres y he probado a ser un genio en alguna disciplina, una vez desengañado de todo, y a mi caduca edad (ya estoy exagerando un poco), me doy cuenta de que en realidad lo que siempre he querido ser en la vida es un mujeriego.
Pero sea como fuere, no he tenido demasiado éxito con las mujeres, y hace cosa de año y medio, tras abominar del mundo lumeril, he acabado por apasionarme por esta vía para conocer mujeres, a cual de ellas más bella. Pero llegó un momento, no hace mucho tiempo, que me entró canguelo, ya que las ETS siempre me han dado pánico. Tras conocer cierto número de señoritas, y hacerles el correspondiente repaso, decidí hacerme las pruebas, tras los 3 meses de "ventana" para lo del VIH, dando resultado negativo.
Ha pasado tiempo desde mi último polvo, y ahora vivo tranquilo, sin pensamientos catastrofistas, y doy gracias a la providencia por permitirme sentirme sano de nuevo y poder vivir la vida con plenitud. Sin embargo, es el caso que no soy feliz. Y ya lo dice mi psiquiatra, que contrariar el natural deseo de algo contribuye no sólo a no sentirse dichoso, sino a entrar en continuas depresiones, precisamente por no dar rienda suelta al deseo, y que por tanto, si tengo ganas de conocer a una linda señorita y hacer cositas con ella... "¡¡¡pues te vas, joder, y te la tiras¡¡¡". El caso es que mi urólogo me aconseja que folle para evitar la temida prostatitis, y que es bueno para la salud follar y todo eso.
De modo tal que dos de mis médicos me aconsejan, e inlcuso se podría decir que me prescriben, follar para evitar males mayores, tanto desde el punto de vista psíquico como físico. Y es el dilema en el que me encuentro: o una vida sosa sin catar lo catable, o un atracón con consecuencias desagradables.
Si alguien quiere comentar el asunto, será bien recibido, aunque quizás la respuesta esté en que al final, todos acabamos en el mismo sitio, como decía mi oftalmólogo.